Conocidos como los cólicos del lactante, pues aparecen al atardecer después de tomar el pecho o el biberón. Estos suelen causar fuertes dolores en la zona abdominal.
No es una enfermedad, sino un espasmo o una contracción dolorosa del intestino. La forma de detectarlo es al escuchar el llanto – y hasta gritos- de tu bebé. Este suele ser constante y puede durar hasta tres horas si no lo auxilias. No desesperes, su mejoría será un lento proceso de adaptación.
Los cólicos suelen ser frecuentes desde la tercera semana hasta sexta semana de vida de tu pequeño. Si el malestar persiste pasado ese tiempo, necesitará otro diagnóstico.