Sin darnos cuenta, muchas veces decimos a nuestros hijos frases que podrían hacerles mucho daño. Ten en cuenta que tus palabras influirán mucho en la imagen que tenga de sí mismo, en su autoestima, en su seguridad.
Antes de soltar una amenaza o una frase desagradable, cuenta hasta diez y piensa dos veces qué le vas a decir. La primera regla: aunque te parezca obvio dile frecuentemente «te quiero» «cómo me gustas» «eres una preciosidad»…frases de este tipo fomentan su autoestima y hacen evidente que vuestra relación es sobre todo positiva, aunque a veces sea inevitable algún enfado. No sea irónica con él.
Si le dices cosas como «verás que contenta me voy a poner cuando rompas la tele» o «Muy bien, no comas nada, me parece estupendo» podrían confundirle ya que hasta los cuatro años los niños no comprenden el lenguaje indirecto y corres el riesgo de que lo entiendan literalmente.
No es bueno dar órdenes en forma de pregunta. Frases del tipo «¿Quieres recoger tu cuarto?» o «¿Puedes apagar ya la tele?» hacen que la decisión sea del niño y, claro, la contestación será NO. Una orden directa es más adecuada y mucho mejor si le ofreces alternativas: «¿Vas a recoger tu cuarto con música o sin música?» . «Deja de ver la tele dentro de dos minutos» Así, el sabrá que valoras sus opiniones o que no eres demasiado tajante.
Si quieres que obedezca una orden procura decirlo de manera que vea el lado positivo de lo que le pides : «Si le dejas el juguete a Ana os lo pasaréis fenomenal jugando los dos juntos » es mucho mejor que decirle «eres un niño muy malo que no sabe compartir». Además de descalificarle, se queda sin posibilidad de rectificar.
También es preferible negociar a chantajear. ¿Cuál es la diferencia?: En la negociación el pacto se hace antes del conflicto. Imagina la situación. Es la hora de la merienda y a tu niño no le gusta la fruta. Antes de comenzar puedes decirle: «Ya se que no te gusta la fruta, pero cada vez que la comas compraremos una canica. Así dentro de unos días tendrás un montón». El chantaje se ofrece en pleno conflicto y sólo refuerza su mal comportamiento: «Tómate la fruta y te compraré canicas». Y, sobre todo, no le descalifiques: frases como «pareces tonto» «eres un guarro» o «que malo eres» repetidas a diario pueden llenar de inseguridad al niño.
Por último, evita los malos tonos y las frases agresivas. Si tienes que regañarle, ponte seria, pero no pierdas la calma y sobre todo, no te contagies de sus rabietas. Tú eres la madre, no una niña pequeña, y para los niños un modelo a imitar.